sábado, 14 de abril de 2012

Una noche de lluvia.

Supe que era demasiado tarde cuando el reloj empezó a dar la hora y sus campanadas hicieran vibrar el enlosado que pisaban mis pies. Entonces me alegré de que estuvieras ahí esperandome. Si esto salía mal, a mí ya no me quedarían deseos de seguir viviendo.

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