martes, 12 de junio de 2012
Eran tiempos dorados y un pasado mejor.
Él, un día de aquellos, vino a mí, corrió mi pelo lentamente y me sonrío. Siempre que lo veía sonreía. Volteó mi mundo. Me mostro la felicidad a su lado. Todo parecía perfecto, incluso su estúpida declaración de amor. Hasta que lo besé. Después de eso, él se fue. No volví a saber de él por un buen tiempo, aunque tampoco quise. Después del todo tiempo que ha pasado sigo sedienta de ese paraíso, ese pedazo de cielo prometido, sólo a su lado. Lo veo, me mira, y creo en esto. Creo en que puede volver a ser ''mío'', como creía en esos tiempos. Hoy también entiendo que no debí caer en esas ilusiones regaladas, como una simple y hermosa rosa. Si cada ilusión que el regalara fuera una rosa, su jardín ya no tendría más flores.
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