Tenemos que admitir que hemos heredado de nuestras madres esa tendencia a sermonear por todo o a montar un drama por nimiedades: que si ha llegado tarde, que si se le olvidó llamar, que si trabaja demasiado… ¡Así puedo agotar su paciencia! Pero la verdad es queno puedo evitarlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario